Hasta el siglo XIV la pared ha sido uno de los principales soportes de la producción artística (recuérdese la pintura mural). Sin embargo, en la actualidad, éste no es un espacio creativo libre, sino un espacio clausurado por el poder que históricamente se ha reservado su usufructo. Tanto es así que este fenómeno espontáneo ha llegado a interpretarse como una amenaza, una transgresión. Podría decirse que la ley ha prohibido el libre acceso al mayor lienzo del mundo y, precisamente por eso, éste se ha llenado de trazos incontrolables, extendiéndose a todo tipo de superficies.
GRAFFITI: Una de sus muchas definici
ones podría ser “Acto de escribir o representar en una superficie ajena”. Si lo miramos desde este punto de vista, casi todo el mundo habría hecho graffiti , por ejemplo las inscripciones en los árboles con una navaja, paredes, pintadas en las mesas del colegio, frases en retretes públicos... y un largo etcétera
Pero es concretamente a finales de los sesenta cuando los activistas políticos y los miembros de las gangs (las bandas callejeras) retoman este antiguo método de comunicación de escribir en los muros: Los primeros para hacer públicas sus protestas y los segundos para delimitar su territorio. Va a ser ahí, en Nueva York, donde se desarrolle plenamente esta cultura y evolucione hasta donde hoy la conocemos.
En el graffiti dibujar con el aerosol en una superficie no permitida es un signo en violencia visual hacia el poder: La ley
El graffiti siempre va acompañado de su condición transgresora, extralimitada, destructiva, combativa... en realidad es éste el caracter que constituye su esencia: La ilegalidad. Bien podemos llamarlo vandalismo, pero tampoco hay que ver más allá de donde es. Leandri afirmaba: “El graffiti es el grado cero de violencia, el más pequeño vandalismo posible”. Pretender aceptar el graffiti sin su esencia de ilegalidad es no entender una de sus causas básicas de producción. Nos encontramos pues ante un fenómeno simultáneo de creación y destrucción.
Por otro lado nos encontramos con el inevitable carácter artístico de este fenómeno plásticamente hablando, el hecho de la destreza, la técnica o el estilo de un escritor es algo que puede tratarse desde un punto de vista meramente pictórico, al margen de ideologías o del lugar simbólico donde esté realizado.
GRAFFITI: Una de sus muchas definici

Pero es concretamente a finales de los sesenta cuando los activistas políticos y los miembros de las gangs (las bandas callejeras) retoman este antiguo método de comunicación de escribir en los muros: Los primeros para hacer públicas sus protestas y los segundos para delimitar su territorio. Va a ser ahí, en Nueva York, donde se desarrolle plenamente esta cultura y evolucione hasta donde hoy la conocemos.

El graffiti siempre va acompañado de su condición transgresora, extralimitada, destructiva, combativa... en realidad es éste el caracter que constituye su esencia: La ilegalidad. Bien podemos llamarlo vandalismo, pero tampoco hay que ver más allá de donde es. Leandri afirmaba: “El graffiti es el grado cero de violencia, el más pequeño vandalismo posible”. Pretender aceptar el graffiti sin su esencia de ilegalidad es no entender una de sus causas básicas de producción. Nos encontramos pues ante un fenómeno simultáneo de creación y destrucción.
Por otro lado nos encontramos con el inevitable carácter artístico de este fenómeno plásticamente hablando, el hecho de la destreza, la técnica o el estilo de un escritor es algo que puede tratarse desde un punto de vista meramente pictórico, al margen de ideologías o del lugar simbólico donde esté realizado.
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